En esta época la sociedad
encomendó a las mujeres la conservación de sus tradiciones castellanas, el
fomento a la religiosidad doméstica y la consolidación del modelo de la vida
familiar. El hogar era el ámbito propio de la mujer y también su centro de aprendizaje para la vida. Hubo
escuelas particulares y centros educativos destinados a las mujeres que se
establecieron en los núcleos de vida
urbana y reprodujeron los modelos existentes en la metrópoli, casi todas las
niñas españolas y criollas tuvieron acceso a algún nivel de instrucción.
Amigas, colegios y conventos fueron algunos de los centros en los que se
educaron.
La escuela de amiga hubo desde la segunda mitad del siglo XVI, lo que se aprendía en ellas era el catecismo a través del canto y la memorización, proporcionaban la destreza en labores manuales y el hábito de la disciplina. La lectura, la escritura y las cuentas eran muy rara vez ejercidas en estas escuelas pero eran conocimientos prácticos que poco a poco se imponían como una necesidad de la vida cotidiana. La función de estos establecimientos era intermedia entre el hogar y la escuela, aliviaba a las madres de la tarea de la enseñanza de sus hijas, para que llegasen a ser competentes amas de casa. Sus educadores eran mujeres respetables y frecuentemente ancianas.
Otra institución fueron los colegios de niñas que tuvieron la finalidad de acoger a niñas huérfanas y preservarlas de los peligros del mundo mientras llegaba el momento de tomar estado, la edad de ingreso se estableció entre los 10 y 25 años. Mantenían a jóvenes carentes de fortuna, residían las becarias y colegialas, y podían recibirse niñas de familias acomodadas que pagaban la cuota asignada, algunos otros colegios fueron gratuitos, aunque se rechazaba a todas aquellas que no pudieran comprobar su limpia ascendencia española. El único colegio en donde se aceptaron mujeres de todos los grupos étnicos y de cualquier capa social fue el colegio de la Caridad, en Belem. Los colegios fueron administrados por patronatos seglares y dirigidos por señoras responsables, designadas por los patronos o elegidas por las mismas colegialas. Estuvo apegado a preservar la clausura, la honestidad, la laboriosidad y los hábitos piadosos de las internas. Las instruían en labrar, coser, tejer, hilar, hacer oficios mujeriles y a rezar, y en otros pocos se enseñaba música, lectura y/ o escritura.
La educación conventual fue dada principalmente por dominicas y franciscanas donde las religiosas aceptaban a algunas niñas de su familia o allegadas por cualquier concepto, aunque la mayoría de las religiosas siempre procedían de familias acomodadas. Las niñas debían de asistir al coro para los rezos en comunidad y vivir en clausura, aprendían labores de hogar como cocina, costura, trabajos manuales y confección de flores artificiales, además de que ser una novicia exigía el aprendizaje de la lectura, escritura, canto y el recitado de oraciones en latín.
Esta instrucción y permanencia en los colegios era a lo largo de la adolescencia y juventud, antes de tomar estado y toda una vida de matrimonio, en la que las mujeres recibían los mensajes formativos de su familia y de los clérigos o directores espirituales.
Pero fue hasta finales del siglo XVIII y comienzos del siglo XIX que se terminaría por demostrar la necesidad de un cambio educativo.
Con lo que dice la lectura creo que no les daban suficiente educación, tomaban a las mujeres muy a la ligera, como si no fueran importantes, como si no valiera la pena educarlas ya que de grandes se dedicarían a lo mismo: a la casa. Pienso que eran personas sin alternativas o con pocas oportunidades, pero creo que mucho se debe a causa del rol que llevan las mujeres desde hacía varios años. Lo bueno es que han cambiado los tiempos y poco a poco la mujer ha llegado a tener el mismo lugar que el hombre, se ha hecho valer.
Referencia: Ruelas N. (2007). En el México Colonial…. ¿Cómo era la educación?. Octubre 26,2021, de ABC Sitio web: https://hem-claudia.academia.iteso.mx/2016/02/22/en-el-mexico-colonial-como-era-la-educacion/
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